El
concepto de Desarrollo Sostenible se definió en la redacción del Informe de la
Comisión Bruntland de 1987 como: “el desarrollo que satisface las necesidades
actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”.
Este concepto hace
referencia a los muchos procesos y caminos que existen para lograr ese
objetivo, y que tratan de armonizar el crecimiento económico con un desarrollo
social con equidad y la protección del medio ambiente en el ámbito mundial. El
Desarrollo Sostenible (DS) no se puede
conseguir de forma aislada y necesita de
un enfoque sistémico que observe todos sus elementos y sus interconexiones, ya
que los temas de sostenibilidad se hallan todos vinculados. La mejora de la
calidad de vida se concreta de forma diferente de un continente a otro y entre
los distintos países; no obstante, ningún continente, gobierno, institución o
individuo puede por sí solo alcanzar este objetivo dadas las interconexiones y
dificultad de los problemas que se plantean y que requieren, a su vez, de un
compromiso internacional, colectivo e individual.
El DS abarca tres
ámbitos fundamentales que se afectan mutuamente: sociedad, medio ambiente y
economía, así como una dimensión subyacente de cultura. Si tenemos en cuenta la
definición de desarrollo económico como la capacidad de los países y regiones
para crear riqueza con el fin de promover y/o mantener el bienestar económico y
social de todos sus habitantes, nos daremos cuenta de que no sólo implica los
procesos de generación de riqueza sino también de distribución de la misma y de
su consumo responsable. Si sólo medimos el desarrollo económico en términos del
PIB conseguido por países o regiones, no estaremos seguros de estar
consiguiendo la finalidad última que persigue el desarrollo económico: el
bienestar de los ciudadanos, pues un mayor crecimiento económico no se
correlaciona necesaria y simultáneamente
con un mayor bienestar de todos los habitantes si no hay una distribución justa
de la riqueza generada y un consumo responsable.
Veamos un ejemplo en
cuanto a la distribución de la riqueza, según datos del Banco Mundial, el país
más rico del mundo, EEUU, participa en un 30% sobre el PIB mundial y sin
embargo, 1 de cada 6 habitantes vive por debajo del umbral de pobreza relativa
así como el 22% de la población infantil (US Census Bureau). Según datos de las
Naciones Unidas, sólo 1% de la población global posee el equivalente al 43% de
la riqueza mundial y sólo las 300 personas más ricas del mundo poseen el equivalente
a lo que poseen los 3.000 millones de personas más pobres. Estos ejemplos
muestran como la generación de riqueza necesita además de unos mecanismos
adecuados de distribución para beneficiar al conjunto de la sociedad.
Por otro lado, el
desarrollo y el bienestar social están limitados por el nivel tecnológico, los
recursos del medio ambiente y la capacidad del medio ambiente para absorber los
efectos de la actividad humana. El paradigma anterior, que promovía un crecimiento
económico sin límites por el cual todo debía sacrificarse, ha venido a ser
substituido por una conciencia de esos límites y la necesidad de crear unas
condiciones que hagan posible el bienestar de las actuales generaciones sin
comprometer las condiciones de vida de las futuras generaciones. Además, el
desarrollo económico actual compromete seriamente la supervivencia misma de la
especie humana, como así muestra la huella ecológica.
El uso de los
recursos naturales y la producción de contaminación degradan los sistemas que
sustentan la vida en el planeta impidiendo que los ciclos naturales y los
ecosistemas sean capaces de realizar las funciones vitales que sustentan toda
la vida en la Tierra. Tanto el consumo
exacerbado como el uso intensivo de los recursos naturales -sobre todo
en los países del Norte- como la cantidad de población, tienen impactos
negativos en el medio ambiente. De
acuerdo con los cálculos de Mathis Wackernagel y William Rees (2001), se
necesitarían 3 planetas Tierra para mantener a todos los habitantes del planeta
si estos vivieran con los mismos estándares de vida que encontramos en EEUU,
Canadá o Australia. Además, la huella ecológica nos muestra también que existe
un reparto muy desigual según corresponde a la división equitativa de toda la
tierra productiva y el mar entre el total de los habitantes del mundo, siendo
que unos países consumen mucho más y a expensas de los recursos que deberían
ser utilizados por otros países que los necesitan para su propio sustento y
desarrollo, y de las mismas futuras generaciones que ya no podrán disfrutar de
tales recursos debido a que, al ritmo actual, estamos devorando el capital
natural de la Tierra excediendo su capacidad en un 20%.
El Desarrollo
Económico Sostenible se define en la
Declaración de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo
adoptada por la Asamblea General en su
resolución 41/128 de 4 de Diciembre de 1986, en su artículo primero, de la
siguiente manera:
1. El derecho al
desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano
y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo
económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente
todos los derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese
desarrollo y a disfrutar de él.
2. El derecho humano
al desarrollo implica también la plena realización del derecho de los pueblos a
la libre determinación, que incluye, con sujeción a las disposiciones
pertinentes de ambos Pactos internacionales de derechos humanos, el ejercicio
de su derecho inalienable a la plena soberanía de todas sus riquezas y recursos
naturales.
Vemos entonces, que
el desarrollo económico sostenible está consagrado como un derecho humano
inalienable pero además, nos damos cuenta de que los modelos económicos basados
en la acumulación del capital y la explotación de los recursos naturales no son
compatibles con el concepto de “desarrollo económico sostenible”, ya que la
acumulación de riqueza se sustenta sobre el empobrecimiento de otra parte de la
población, la explotación intensiva de los recursos y la inviabilidad para las
generaciones futuras de llevar una vida en condiciones aceptables. En virtud de
la declaración de la ONU podemos afirmar que todos los estados, organismos y
empresas que promueven la implantación de modelos económicos ajenos al
desarrollo económico sostenible, cometen una fragante violación de los derechos
humanos de las personas y comprometen la misma supervivencia de la especie
humana.
Por todo ello, nos
vemos en la necesidad de promover un crecimiento económico y un uso de los
recursos naturales a nivel global que tenga muy en cuenta los aspectos
medioambientales y sociales a nivel mundial de forma que en el largo plazo no
se comprometa ni degrade seriamente la vida en el planeta ni la calidad de la
misma.